Jerónimo de Estridón
Desconocer la Escritura es desconocer a Cristo […] Cuando oras le hablas a Jesús. Cuando lees la Escritura es Él quien te habla»
San Jerónimo
La Vulgata, su traducción
Es la traducción más importante de la Biblia después de la Septuaginta (LXX).
La Vulgata, su historia
Fue el primer gran libro impreso entre 1452-56 por Johannes Gutenberg, quien perfeccionó el uso de los tipos móviles. Llamada también Biblia de 42 líneas.
Durante la Edad Media, la Vulgata fue corregida y ampliamente copiada. Serviría como base para muchas traducciones en Europa occidental. Al ser la versión sancionada por la Iglesia católica, la Vulgata tuvo gran difusión a lo largo de la Edad Media. No existe ningún libro que haya sido copiado de un modo tan constante como la Vulgata. El número de manuscritos es muy elevado: se calculan más de 8.000 y, si se cuentan los fragmentos más pequeños, se llega a los 30.000, y cuando menos 100 ediciones incunables.
El enorme número de ejemplares que se copiaron tuvo como consecuencia la deturpación del texto original debido a errores de copia, a la inclusión de lecturas de la Vetus latina y la inserción de glosas marginales dentro del texto.
De las biblias medievales en castellano son traducción de originales en latín los códices que forman la Biblia prealfonsna (E6 y E8), las partes bíblicas de la General Estoria y el libro de Job de López de Ayala.
En los demás códices también son traducción de la Vulgata las partes deuterocanónicas (Tobit, Judit, Macabeos 1-2, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc). En la Biblia de Alba, los Salmos están traducidos del Salterio Galicano; el resto del códice es traducción del hebreo si bien con numerosas lecturas tomadas de la Vulgata. También son traducción de la Vulgata los Salmos del códice E4.
Dice el Conciio de Trento: “Considerando que podía ser de no poca utilidad para la Iglesia de Dios, se diera a conocer, de todas las ediciones latinas de los sagrados libros que circulan, cuál ha de ser tenida por auténtica; [el Concilio] establece y declara que esta misma antigua edición Vulgata, aprobada por el uso de tantos siglos por la misma Iglesia, sea tenida por auténtica en las públicas lecciones, disputas, predicaciones y exposiciones, y que nadie, por cualquier pretexto, sea osado o presuma rechazarla”.